La forma propuesta procura mantener la escalera habitual de agregación de viviendas en Sabadell. El característico «cuerpo de casa» puede desaparecer en un futuro, pero por supuesto- está ya a la vista- que habrá dejado (además de los ejemplos que difícilmente se perderán) un tejido dimensional y escalar que hay que atender si se organiza un nuevo frente edificado que entre con propiedad en la ciudad dada.
No se trata de imitar nada, sino de trabajar sobre unos ritmos y proporciones que la ciudad da.
Así la fachada se presenta, naturalmente, como un todo, pero también como una agregación de elementos que quieren ligarse con aquellas pautas propias del lugar.
El volumen tiene por eso dos escaleras, la grande que desde las grandes dimensiones de sus agujeros quiere adecuarse bien a la gran escalera de la plaza a la que se abren, y otra escalera más pequeña en continuidad con las fachadas inmediatas y con ese tejido formal propio de la ciudad ya apuntado.
El resto, se evita con especial cuidado que el elemento más notorio de la fachada sea el acceso a su aparcamiento, como sucede si no se controla la importancia de los agujeros de la planta baja.
El hecho más relevante de la fachada, a una escalera cercana, quiere ser la entrada, lo que expresa la acogida a sus habitantes y visitantes, lo que se identifica con la vivencia más característica de la oferta que el edificio hace a la ciudad. Así se pondrá especial énfasis en todos los elementos comunitarios y, al mismo tiempo urbanos, que la entrada acoge: los buzones, los timbres, el portero electrónico, las manijas, los nombres de los ocupantes, la alfombra, la numeración del portal.
