La casa se sitúa en la parcela respetando los 3 metros de aproximación máxima a 3 lindes, para conseguir la mayor distancia al cuarto linde. Así se cierra a la fachada a la calle y a las dos parcelas laterales, consiguiendo abrirse hacia el fondo de la parcela para aprovechar las vistas y el buen asoleamiento.
La casa, además, pretende adecuarse al imponente entorno natural que lo circunda evitando cualquier intervención que pudiera provocar una lectura fraccionada y de pequeña escala. La formalización unitaria de los materiales -piedra natural del país-, la composición de las aberturas -grandes y agrupadas-, la disposición de los accesos -concentrados en la misma fachada-, la formalización de la cubierta -presente en la volumetría del edificio-, así como la ubicación y dimensión de porches y terrazas intentan apoyar esta idea de consecución de apariencia única y unitaria.
También, según el mismo principio, se diseña la estructura del edificio.
Una base liga el garaje, los porches y el acceso, actuando como un zócalo continuo. Por encima de este basamento la planta superior descansa elevándose e independizándose del perímetro inferior.
Las cubiertas son inclinadas, en dos niveles, a una sola vertiente, pero enlazándose volumétricamente mediante la formalización de un cerramiento acristalado que las une en fachada permitiendo, así, la consecución del aspecto único deseado.
En cuanto al tratamiento de los límites del solar, su definición varia en base a los diferentes requerimientos que proporciona el entorno, siendo estos más opacos cercanos a la casa, y permeabilizándose mediante la utilización de vegetación cuanto más nos separamos de ésta, es decir en la zona del jardín.
