La reforma y adecuación interior de un local ha de facilitar su uso como almacén y expositor de una colección privada de cerámica. El edificio donde se ubica el proyecto corresponde a una nave aislada existente, de planta rectangular. Se propone mantener el perímetro actual de la edificación, la sustitución de la cubierta, la creación de un patio descubierto y una nueva distribución interior, el fin de que se pueda disponer de un espacio que posibilite el almacenamiento y al mismo tiempo la exhibición de lo que debe contener, sin aumentar el volumen edificado.

Exteriormente los muros de cierre mantienen su carácter continuo, mientras que la cubierta se interrumpe por la aparición del nuevo patio, configurando dos espacios cubiertos, aproximadamente del mismo tamaño.

La cubierta se entiende como un elemento independiente de los cerramientos, con su propia geometría y rigidez, sin seguir el perímetro de los mismos. Esta, en forma de bóveda, configura un espacio interior introvertido, y por tanto cerrado en sí mismo, aspecto éste que se ve reforzado por la ausencia de aberturas en los paramentos verticales de fachada hacia el exterior. Aquí es donde toma sentido la existencia del patio interior, entendido éste como mecanismo que introduce el exterior al interior, permitiendo verter los elementos naturales tales como el agua, la luz, el viento y el aire.

El cerramiento, también, mantiene en todo su perímetro una horizontal de coronamiento constante sobresaliendo por encima únicamente la cubierta como si fuera depositada. Entre uno y otro aparece un hueco por donde pasar la luz al interior.

Interiormente el espacio longitudinal se interrumpe mediante elementos verticales, de igual altura que los perimetrales, colocados ortogonalmente a este. Se provoca así una fragmentación que permite subdividir la totalidad en partes y aislar en cada una de ellas funciones específicas.